En Cádiz, desde la rendición de la escuadra francesa en la bahía en Junio de 1808, los presos franceses se ubicaron en pontones flotantes y en el castillo de Santa Catalina atendiendo a su escalafón, Pero el número de heridos que llegaban de todas partes hizo necesario la ampliación del Hospital de la Segunda Aguada. Se recogen en los partes diarios el número de heridos y enfermos por graduación. Oficiales de Marina, oficiales del ejército, tropa de marina, tropa del ejército, marinería y otras clases. La clasificación que de ellos se hace responde al reparto en las distintas salas: Medicina, cirugía, sarna y unciones. Aportando datos sobre los que amanecen en cama, las entradas, las salidas, los muertos y los efectivos en cada momento.
Excmo. Señor
Para evitar y cortar los males contagiosos que amenazan este hermoso País a causa de las enfermedades propagadas en los prisioneros franceses, tanto en los destinados en Pontones cuantos los que están en el Cuartel de la nueva población de San Carlos, no bastando el Hospital de 2ª Aguada, a contener más de enfermos que 740 y haber 1400, falleciendo diariamente 20 o más, he dispuesto que a la mayor brevedad se habilite dicho Cuartel como Hospital con 1400 camas. Según por menor consta en las once copias de la correspondencia que he tenido sobre el particular y lo elevo todo a su conocimiento de SM. Esperando merezca su soberana aprobación.
Dios guarde a VE. Muchos años. Cádiz 4 de Febrero de 1809. Marques de Villel, conde de Darmiens.
Sin embargo los meses venideros hicieron recapacitar a muchos sobre la inmundicia y la falta de lo imprescindible incluso en el nuevo Hospital de San Carlos de los abusos y atropellos que se cometían en nombre del patriotismo.
Dentro de la nueva población de San Carlos y como continuación del arsenal de la Carraca, Campillo, Patiño y Somodevilla en nombre del Carlos III levantaron un edificio para albergar a los frailes franciscanos que acudían a diario desde Puerto Real a decir misa a los obreros de la Maestranza. A dichos frailes, se les encomendaría la iglesia parroquial que luego pasaría a ser el Panteón de Marinos Ilustres.
Por consejo del ingeniero Antonio Prat, se habilitó los edificios de esta nueva población para albergar el gran número de tropas en la ciudad. Muchos heridos de uno y otro bando, proveniente de Bailen y de la rendición de la escuadra francesa en la bahía. (18)
A partir de 1805, los cirujanos militares que dotaban al hospital tuvieron cierta participación en las decisiones de los mismos y en la administración de sus bienes. Sin embargo la normativa anterior del año 1739, exigía que el Cuerpo de Intendencia administrara los gastos, sueldos, personal, necesidades, personal y víveres. Voces en la prensa y en los escritos de la época como la de Calvo de Rozas, nos describen hospitales abandonados a su suerte, enfermos que se dejaban morir por falta de atención, medicinas y personal que les atendiera, sin controladores ni comisarios y sustentado solo por la caridad que el monasterio cercano les sufragaba.
“Se nos ha llegado de la Isla la siguiente carta. Mi amigo y Señor: Creo no tendrá V. inconveniente en insertar esta carta en su periódico el siguiente aviso, pues el fin al que se dirige, de mover los corazones benéficos a favor de los militares enfermos, es bien digno de un periódico consagrado a la justicia y la verdad.
En tanto que las mesas de los Gobernadores, de los Ministros, de los opulentos comerciante, de los hacendados, se cubren ocho o diez veces de los manjares mas raros y exquisitos; en tanto que en las copas se vierten los licores mas suaves y costosos; los militares enfermos, la parte más ilustre y escogida del pueblo español, los mismos que el día cinco sellaron con su sangre en los campos de Chiclana su odio a la tiranía y su amor a la liberta de su patria, yacen postrados en el lecho del dolor, desamparados y olvidados en este hospital militar, donde hoy han muerto algunos desfallecidos por falta de alimento, pues hace tres días que carecen de pan, carne, vino generoso, vinagre para sinapismo, leña para la cocina, luz ni pueden tomar los medicamentos recetados por falta de vasijas. ¡Hombres sensibles! ¿Podréis consentir esta afrenta? Los que os defienden, los que guardan vuestras casas, los que os conservan vuestras esposas, vuestros hijos y vuestras haciendas, perecen de hambre entre los dolores de las heridas adquiridas en los campos de la gloria y los aullidos de la rabia que les excita vuestra ingratitud. Hospital militar de San Carlos 11 de Abril de 1811. El Conciso.
Será el doctor Villarino, quien a expensas de perder su trabajo se atreviera a publicar esta carta en El Conciso. Gracias a esto, Esteban Gomes diputado en Cortes, dejo al descubierto una red de corrupción a la que quisieron poner freno varios diputados más como Obregón, Ostolaza y Arguelles. El Conciso por su parte abrió una suscripción para ayudar al hospital y los enfermos. La comisión de inspección demostró que todo lo que se contaba era cierto y se pidió el cese de todos los empleados. Sería Arguelles quien el 20 de Junio de 1811 creo la Superintendencia del Ejército, en el que los servicios de intendencia, almacenes, vestuarios, viveres, alojamientos, medicamentos etc., acortando las libertades y competencias tomadas desde el ministerio de la Guerra.
En Abril de 1811, los señores Villanueva y Esteban presentan en las Cortes el informe en el que se describen las causas de porque el real Hospital Militar de San Carlos ha caído en tan deplorable estado. La intención del oficio que remiten a la consideración soberana, intentan buscar no solo las raíces del problema que llevaban a esos desórdenes sino encontrar el remedio de aliviar los problemas que ponían en peligro la salud de los enfermos y heridos buscando además la justa administración de los caudales que tenían a ello destinado.
Entre los problemas que se describen se encontraban:
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A los cabos de sala se les permitía tener oficiales de baja sin estar enfermos y sin conocimiento de los facultativos, resultando un fraude para la Hacienda y para el servicio activo de la campaña.
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El haber del enfermo cuando no se le daba completo no se rebajaba de los gastos de la Hacienda sino que era repartido en beneficio de los empleados.
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Los enfermos que ingresan, no necesitaban en su mayoría sustento el mismo día de la entrada, sin embargo la ración de ese día iba para los cuidadores
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Los soldados enfermeros, entraron como enfermos y una vez curados han pretendido quedar en el Hospital para apartarse de la línea de batalla. Lo que ha hecho que además de consumir las dietas como enfermeros puedan consumir la de enfermos.
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Los huevos y los bizcochos que se debían aplicar a los enfermos, rara vez se les daba siendo consumidos por los enfermeros, cuidadores y administradores.
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Cuando se ponía jamón a los enfermos en sustitución de gallina, se usaba por ser más barato tocino fresco que además de ser muy perjudicial para los enfermos ocasionaba grandes ventajas para los administradores.
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El vino generoso es pagado por la Hacienda en medida de vino regular sin embargo al enfermo se le daba sisada.
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La ración de carne que correspondía a los enfermos se daba en su mayoría de huesos y tocino. Las piernas de las reses se las comían los controladores, inspectores y administradores, quedando solo los huesos para los enfermos.
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Las porciones de carne, gallina y jamón para los caldos de los enfermos es sustituido por manteca, quedándose los empleados con las carnes de valor.
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Los enfermos se quejaban de la mala calidad del vino y de estar adulterado. Sin embargo cuando se le presenta para su reconocimiento presentan otro de gran valor y calidad.
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Otros artículos como el café y el chocolate eran dados de mala calidad aunque la hacienda los pagaba como buenos.
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De doscientas gallinas que llegaron en el mes de Marzo desde América regaladas al Hospital no constaba que se hubiera ninguna a los enfermos.
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Se vieron pasar jamones enteros desde la despensa del Hospital a la casa del controlador.
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Las velas de sebo son usadas en las casas particulares de los controladores mientras el hospital se encontraba a oscuras.
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